mayo 28, 2020 5 Minutos de Lectura

Con las manos en la masa, Cristian Nahuelfil, mejor conocido como Benja, mira su reloj. Son las siete de la mañana. El panadero de 32 años se sube a su auto lleno de cajas con panes, pasteles, empanadas y junto a otras delicias que ha preparado, rumbo a Collico. Ya lleva más de cuatro horas despierto trabajando. Motivado y vistiendo la camiseta del Club Deportivo Valdivia, llena de harina, realiza el primero de seis repartos que hará durante el día.

Cristian nació en Santiago, pero cuando tenía doce años llegó a Valdivia. Ciudad donde próximamente descubriría su pasión por el básquetbol.  Su papá, Benjamín, era panadero en un supermercado Santa Isabel y en el año 2000 fue trasladado a una sede en Valdivia como jefe de panadería y pastelería.

Después de diversos empleos y trabajo duro, en el año 2013 Cristian cumplió su sueño. Comenzó a trabajar en la panadería de su papá llamada “Dulce Esperanza”, un negocio que involucraba a toda su familia.

Lamentablemente hace un par de años su papá fue diagnosticado con Parkinson. Con el fin de que no se cerrara la panadería, en julio de 2019 Cristian junto a su polola Ana y su hija Antonia de nueve años, tomaron el mando del negocio familiar. Ubicada en Los Jazmines, Dulce Esperanza cambió su nombre a "Panadería y Minimarket Donde el Benja" y los tres trabajan tanto con la masa y el horno, como atendiendo a los clientes.

— “Mi motivación diaria es mi hija, mi polola y mis viejos. Vi cómo ellos se esforzaron por mi cuando yo era chico. Yo estoy haciendo lo mismo para mi familia” — comenta de manera emocionada Cristian. Aquí su historia, contada en primera persona:

Valdivia, la catedral del básquetbol:

Llegamos a Valdivia en junio del año 2000. Mi papá siempre ha sido panadero. Trabajaba en la cadena Santa Isabel. Lo trasladaron primero a Osorno por seis meses y después llegamos a Valdivia. Nos enamoramos inmediatamente. Él fue jefe de panadería y pastelería en el supermercado por cuatro años. Posteriormente, trabajó en proyectos más pequeños hasta tener la plata suficiente para abrir su propio negocio en 2013.

Cuando llegué al sur, conocí el básquetbol. No me interesaba mucho hasta que comencé la educación media. Estudié en un liceo de primero a cuarto medio en Panguipulli. Empecé a entrenar con el equipo y jugué como alero. Me encantó. Desde entonces que estoy sumergido en el mundo del basket.

Conocí el Club Deportivo Valdivia cuando tenía 23 años. Unos amigos míos me invitaron a ver un partido al coliseo. Sentí lo mismo que ver un partido de fútbol en Santiago. Fue una sensación increíble. Quedé vuelto loco y me convertí en ese instante en un hincha.

Cocino con la polera del CDV, porque soy fanático y me gusta. Hago pan con la camiseta y reparto con la camiseta llena de harina. Siempre con los colores del club bien representados. Además, la ocupo, porque es cómoda y es de mi talla. Eso es algo que me gusta de LivePro, tiene ropa para gente más grande y de buena calidad. No puedo decir que soy el hincha número uno. No estoy abonado y no puedo ir a todos los partidos, por un tema de tiempo y pega. Si no puedo ir a verlos, siempre los estoy escuchando por la radio o ando atento al Twitter. 

 

De tal palo tal astilla:

La panadería tiene siete años. Con mi polola nos hicimos cargo en julio de 2019, porque mi papá tenía Parkinson hace ya un tiempo y le empezó a afectar mucho su enfermedad para trabajar. Quería cerrar el negocio. Para que no lo hiciera, me hice cargo de la panadería. Pago el arriendo mensual y trabajo junto a mi polola. Mi hija también nos ayuda en lo que puede. Tiene nueve años y le gusta estar en la cocina con nosotros. Está aprendiendo a hacer pasteles.

En el 2013 cuando empecé a trabajar con mi papá, me encargaba solo de los repartos. Hoy me preocupo de todo el establecimiento. Hace poco hicimos una remodelación y cambiamos el nombre del lugar a "Panadería y Minimarket Donde el Benja" en honor a mi papá. Eso sí, todavía está el letrero antiguo colgado afuera que dice “Dulce Esperanza”. Todo lo que aprendí, lo aprendí de él. Todo lo que hago hoy, existe gracias a mi papá.

 

Un día en la panadería:

 Mi día comienza a las tres de la mañana. Me levanto y lo primero que hago es prender la cámara, para que con el calor y la humedad que genera se haga más rápido el pan. Preparo la masa y cocino hasta la siete de la mañana. A esa hora hago mi primer reparto, voy a Collico. Vuelvo veinte para las ocho y sigo haciendo pan hasta las nueve y media, que salgo a reparto de nuevo. Así es hasta las dos de la tarde. Después almorzamos con mi polola, descansamos veinte minutos y volvemos a trabajar hasta las ocho de la tarde.

Cuando salgo a reparto, mi polola se queda atendiendo y haciendo el pino para las empanadas. Mientras yo estoy fuera, ella hace todo el resto. Así, cada vez que vuelvo, me voy directo a hacer masas de nuevo. Acá hacemos todo lo que es pastelería seca. Desde alfajores, brazo de reina, berlines hasta empanadas y muchas más cosas. Trabajamos directamente con negocios pequeños o boliches en poblaciones. Por ejemplo, en Collico hay una villa con cuatro negocios y yo distribuyo a tres de ellos. En Collico se concentra la mitad de mis repartos. En total, trabajo allá con siete locales.

Lo que más me llena de mi trabajo es que me que digan "Benja te quedó rico" o "está muy bueno". Tengo doce negocios a los cuales reparto. En ningún caso fui donde alguno de ellos y les ofrecí productos de mi panadería. Todos llegaron a mí, a pedirme lo que hago. Eso es bueno, me enorgullece.

 

Trabajando en pandemia:

 Es súper complicado. Yo compro promedio diez a doce sacos de harina al día. Cuando vamos al supermercado la gente nos mira feo, porque llevamos mucha harina. Hubo un par de veces donde nos gritaron. Después de eso y a lo largo del tiempo, el supermercado restringió la compra a un saco por persona.

 

Al principio fue difícil adaptarse, pero es algo que se escapa de nuestras manos. Nos perjudicó bastante, pero hemos ido cambiando nuestras estrategias lo mejor posible. Espero que todo esto pase rápido. Lo único bueno que puedo rescatar, es que he podido descansar y dormir un poco más. También espero que vuelvan la Liga Nacional de Básquetbol. Me da lo mismo ver todos los partidos por la tele, solo quiero ver al CDV jugar.


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